Yo vivo en una tierra bendita,
porque la naturaleza decidió no hacernos daño.
Y aunque el mar nos rodee e incluso nos atraviese,
nos acaricia con cariño sin levantarnos la mano.

 

La brisa nos abraza cada vez que lo desea,
sonriendo a nuestro lado sin ningún tipo de maldad.
Mientras otras almas a la distancia logran ver su furia,
arrasando todo frente a sus ojos sin intenciones de dar marcha atrás.

 

Yo vivo en una tierra bendita,
porque en ocasiones tiembla cuando siente un cosquilleo en algún lugar,
pero nunca se estremece bajo nosotros con crueldad
y mucho menos busca hacernos daño sin piedad.

 

Es maravilloso este lugar,
la madre naturaleza lo quiso así.
Y aunque sienta pesar por aquellos que no disfrutan tanta bondad,
la fortuna que tengo al despertar cada día en este lugar solo me llena de felicidad.

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