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PUNTO FINAL

Los puntos finales no siempre son fáciles de escribir. 
Hay momentos en que de una u otra manera aparecen nuevas palabras que los convierten en un punto y seguido, o se transforman en tres puntos suspensivos que despiertan el deseo de saber qué pasará, o quizás llega una coma y los acompaña para que la historia haga una pausa, pero continúe. 
Sin embargo, llega el instante en que son realmente necesarios. 

Necesarios para iniciar un nuevo capítulo o incluso empezar una nueva historia y empezar desde cero. 
Para finalizar una trama que te atrapa, pero que solo es una falacia que no lleva a ningún lugar y se alberga en tu cabeza, embaucándote en un ciclo utópico que puede durar mucho tiempo y que hasta que no lo decidas realmente, no acabará. 

Un punto final que no aparece porque la esperanza se encarga de seguir escribiendo y darle continuidad. Esa esperanza que no quiere un final, aún a sabiendas de la necesidad... y qué difícil es convencer a un corazón esperanzado, que ignora cualquier voz interior que intenta demostrarle que ya es hora de llegar a una conclusión, solo porque vive de fascinantes emociones que traen los recuerdos y que tanto desea volver a sentir. 

En la vida hay muchos finales y no todos son felices. Es una realidad que se debe aceptar para poder tomar el bolígrafo con el que plasmamos nuestra historia, aceptar el desenlace y colocar ese punto final. 

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